Con un relato semi policial, la autora nos va a ir descubriendo un mundo apasionante de enredos, robos y desapariciones de importantísimos tesoros literarios, en el que el principal protagonista es un manuscrito robado en la época de los Médicis aparecido en la Biblioteca de Coimbra y descubierto por una gran aficionada a la literatura, Mónica, en cuya figura se trasluce más de una vez la figura de la propia autora, cuando habla de libros, cuando con sutileza femenina nos describe las lecturas y recuerdos del vate extremeño Gabriel y Galán, o cuando se explaya en explicaciones de corte pictórico, campo que domina a la perfección y que nos describe acercándonos a unos siglos, principalmente el XV, en el que tantas figuras sobresalieron para con sus obras renacentistas embellecer palacios de las principales familias del momento, cuyo mecenazgo configuró una de las épocas más brillantes del mundo del arte, como podemos regalarnos en los palacios, iglesias y catedrales, principalmente en Italia, hoy patrimonio cultural de la humanidad.
A través de los relatos que Mónica redacta para distraer a su madre enferma y al hilo de la historia, el lector descubrirá los puentes de la cultura y las afinidades compartidas por los protagonistas de la novela y los artistas y mecenas del Renacimiento.